Publicada el 30.09.2018
En la dieta mediterránea, dos son las grandes protagonistas: el aceite de oliva virgen y las verduras. En España, se conoce y reconoce las grandes huertas de la cuenca del Mediterráneo. Como ocurre demasiado a menudo, tendemos a mirar más allá sin ser conscientes de que más cerca de lo que creemos, existen grandes productores de extraordinarios productos artesanos.
Algo así nos ocurre en León con nuestras verduras. La naturaleza nos ha proporcionado grandes valles y fértiles tierras de las que unos pocos soñadores y cabezotas se empeñan, día a día, en recordárnoslo a través de sus productos de primera calidad, cuidados con mimo y tesón, y siempre respetando los tiempos que impone la naturaleza (y no a la inversa).
Hoy quiero dedicar este espacio a esos productores que se tratan cara a cara con la tierra, y os invito a hacer este viaje conmigo por la provincia y las verduras de León.
Uno de los puntos marcados en rojo para todo peregrino es Sahagún (de Campos). Límite de la tierra de campos, gran parte de su vitalidad se la debe al Camino de Santiago. Este trajo consigo a los religiosos que fundaron el monasterio para la atención al peregrino. Esta conciencia de apoyo al caminante continúa hoy más vigente que nunca, con un ciudadano cada vez más internacional.
Estos mismos monjes benedictinos son los fundadores de uno de los productos más emblemáticos de la población. El puerro de Sahagún ha traspasado las fronteras de nuestra tierra gracias, en parte, a ese eje que es el Camino de Santiago.
Los monjes encontraron en el puerro un alimento que podía resistir las ingratas temperaturas del invierno terracampino.
Si haces parada y fonda en esta tierra, y el frío de la meseta aprieta, deberás preguntar dónde comer una buena sopa de puerros. De los de la tierra. ¿Su identidad? Son tiernos, extraordinariamente tiernos. No los hay iguales en otras regiones. Ello se debe tanto a la composición del terruño como a la forma de plantarlos y cuidarlos.
Al paladar, notarás su aroma afrutado y acebollado, una textura muy jugosa, y crujiente. Os dejo con este fragmento de Un País para Comérselo, donde una de las emprendedoras de la zona, sí, mujer y agricultora, nos lo explica a las mil maravillas.
Continuamos el camino hacia León. Aquí nos aguarda otro de los grandes ríos de la provincia. El río Cea baña la localidad de Mansilla de las Mulas, origen de uno de los productos de la huerta más buscados: el tomate.
El tomate de Mansilla de las Mulas, que tiene su propia feria, sediferencia de cualquier otra cepa de tomate en su irregularidad interior. Las vetas interiores de los lúpulos no siguen ningún patrón.
Otra de sus singularidades reside en su corazón. Las semillas de los tomates híbridos no están formadas con el objetivo de resembrar. Sin embargo, en el tomate de aquí, si recoges las semillas, puedes volver a hacer una siembra de tomate de Mansilla de las Mulas con todo su sabor.
¿Por qué no lo tenemos todo el año? Su piel es extremadamente fina. De hecho, apenas tiene. Por este motivo, el tomate comienza a ponerse malo en cuatro o cinco días. El tomate de Mansilla de las Mulas, como los productos artesanos que nos gusta traeros, es un producto de temporada.
Seguimos nuestro viaje en verde por la provincia, haciendo parada en el Valle del Esla. Aquí, entre las fértiles aguas que llegan de la montaña, la nuestra, están en estos días de fiesta. El pimiento morrón ha crecido y está listo para ser cortado y consumido.
En Fresno de la Vega se cultiva y procesa desde hace más de 80 años esta variedad de pimiento, fácilmente reconocible por su color intenso, el agua de su carne… y el peso que tiene. Nada de cogerlo al peso y pensar que qué liviano. No. Este pimiento tiene cuerpo.
Una carne (sí, así se le dice) muy sabrosa, jugosa, dulce, de piel fina. Agradecido acompañamiento en guisos y auténtico manjar de reyes en solitario. Da lo mismo en ensalada o asado.
¡Hasta en postres! Os invito a probar las mermeladas de pimientos. A nosotros, que nos priva el dulce, nos encantó desde la primera cata.
Recuerdo el discurso que enunció José Luis Prada en la celebración del 25 aniversario sobre cómo todos y cada uno de nosotros tenemos la obligación moral de hacer saber apreciar las cosas que produce esta rica tierra.
Consumiendo los productos de aquí, y de otros pequeños productores que trabajan con respeto y conocimiento de la naturaleza en la que viven y gracias a la cual viven, podemos crear esa solución para que el campo sea una opción de vida digna, para los jóvenes que pueden levantarla y los mayores que no quieren tener que abandonarla.
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